
El fútbol nos da cientos de relatos que no conocemos, hoy te contamos sobre un vencedor que comenzó su vida junto a la redonda y ahora juega frente a frente contra el coronavirus.
Sus orígenes comienzan en el club Obrero Demaco, donde hizo las inferiores y luego llegó al Canario. «Después de Murialdo pasé a Jorge Newbery. Conocí al Cholo Converti que me dio una mano muy grande con el tema de los contratos. También conocí al Turco Julio que te hacía sentir Batistuta (risas)«, comenzó diciendo Willy.
Decidió apostar por el estudio y disfrutar del fútbol, por eso nunca proyectó jugar en categorías superiores. En una vuelta del destino, un hecho cambió rotundamente su vida y así nos lo narró: «En el 94, jugando para Luzuriaga, fuimos a jugar contra Rivadavia. Fui en moto a ver el partido y choqué con un colectivo. El chofer no respetó el disco pare, pero fue un accidente. Ahí empecé otra vida«.
A lo que Guillermo agregó: «Tenía mucha incertidumbre. Quedé cuadripléjico. Me quitó todo. No podes volver a hacer nada de lo que hacía. Te cambia la vida en todo sentido. Todavía guardo la camiseta de Luzuriaga que me firmaron todos mis compañeros«.
Ahora trabaja en el Hospital del Carmen, en el que lleva más de 20 años junto al rubro de la salud. En épocas de pandemia, juega frente a frente contra un gran rival: «He visto muchas pérdidas pero son más las ganadas que las perdidas. Es muy duro trabajar ahí pero muy bueno ver la garra que le ponen todos. Veo la alegría que tienen los recuperados al saber que vuelven casi de la muerte. La fiebre que tienen es enloquecedora. Ellos te dicen que no saben qué es una u otra cosa y después valoran todo«, manifestó Figueroa.
Para cerrar agregó: «Les digo a todos que nadie deje de luchar ni de perder sus sueños. Hay esperanzas y con lucha se puede todo. Hoy con 57 años sigo cumpliendo sueños».